sábado, 27 de diciembre de 2008

¿Qué es el Holocausto?

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El Holocausto, perpetrado por la Alemania nazi y sus colaboradores, fue la persecución y el asesinato sistemáticamente organizada por el estado de por lo menos seis millones de judíos, más otros grupos seleccionados. Asesinaron a dos tercios de la población judía mundial. Además, su política genocida acabó con la vida de millones de otras personas indefensas, gitanos, ciudadanos polacos, prisioneros de guerra soviéticos, homosexuales, disminuidos, testigos de Jehová y otros disidentes políticos y religiosos dentro de Alemania.
Se utilizan por lo menos cuatro términos para nombrar esta tragedia inmensa que sigue levantando preguntas sobre el porqué y cómo ocurrió.
Los nazis hablaban de "die Endlösung", la "Solución final" de su llamado "Asunto Judio". A principios de los años 40, judíos de Europa del este buscaron en la Sagrada Escritura y utilizaron la palabra yiddish churb´n que significa "destrucción", o el término hebreo sho´ah que quiere decir "catástrofe", para nombrar el desastre al que su pueblo se afrontaba.
Sho´ah se usa generalmente en Israel y el día oficial de memoria del Holocausto se llama Yom ha-Sho´ah. Sin embargo, "Holocausto", un término que adquirió importancia en los años 50, sigue siendo el término más común en el mundo de habla inglesa. Proviene de la Versión de los setenta, una traducción antigua griega de la Biblia hebrea que utiliza holokaystos para la palabra hebrea olah. Estos términos bíblicos se refieren a una ofrenda completamente consumida por el fuego. Si bien la destrucción perpertrada por la Alemania nazi tiene que ser nombrada para no caer en el olvido, las connotaciones religiosas del término "Holocausto" sugieren que ningún nombre puede hacer justicia.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Para no olvidar

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Entre los alambres de espino de Auschwitz-Birkenau murieron y fueron asesinadas cerca de 1.500.000 personas, de las cuales un alto porcentaje eran judías. Su lugar de procedencia era variado, venían de todos los países de Europa y hablaban una veintena de lenguas. Todas estas personas tenían nombre y apellidos, padre y madre, ilusiones y proyectos. Todas tenían una cara. Todas eran inocentes. Han pasado ya más de 60 años desde que el campo fuese liberado por las tropas del ejército rojo, un espacio de tiempo suficiente como para que, en breve, desaparezcan los pocos supervivientes que quedan de aquella barbarie. El tiempo corre imparable para ellos, y cuando ya no dispongamos de memoria viva de lo que ocurrió en Auschwitz, deberemos esforzarnos por transmitir a las generaciones que vengan lo que las anteriores nos transmitieron a nosotros. En nuestras manos está. Sólo de esta forma podremos estar seguros de que algo así no vuelva a repetirse. Nunca jamás ...

sábado, 29 de noviembre de 2008

Relatos

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...Pasamos unos cinco días en el tren sentados sobre el poco equipaje que llevábamos. En el vagón de ganado en el que íbamos aproximadamente 120 personas apretadas como sardinas hacia mucho calor. Al fondo, en un rincón, se encontraba el cubo que utilizábamos para hacer nuestras necesidades. El olor era insoportable. Los guardias nunca abrían las puertas, no nos daban agua ni comida. Los niños gritaban que querían marcharse a sus casas. ¿Adónde nos llevan? preguntaban algunas voces. Nadie contestaba. Había una oscuridad total, rota únicamente por la poca luz que se filtraba por una de las pequeñas ventanas en la parte superior del vagón. Alguien observaba por una rendija de las maderas del lateral del vagón, de pronto dijo: "No creo que vayamos al lugar del que nos han hablado, estamos cruzando la frontera y nos dirigimos a Polonia". Entonces un escalofrío recorrió mi cuerpo. Me acordé de aquel hombre que contaba aquellas historias sobre lo que hacían con los niños en Polonia. Yo llevaba en mis brazos a mi hermanito de apenas dos años y medio. Lo apretaba sobre mi cuerpo repitiéndome a mi mismo "No lo dejaré nunca, jamás me lo quitarán"...

martes, 25 de noviembre de 2008

Un poco de historia

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Con la llegada de los nazis al poder en el año 1933 ya se empezó a idear el plan de recluir a los que los miembros del partido nacionalsocialista denominaban “los asociales” que desentonaban con la raza aria ansiada por ellos. A finales de 1939 ya había más de 9 campos de concentración, número que aumentó durante la segunda guerra mundial hasta cerca de 30. Entre todos ellos los más conocidos, Dachau, Treblinka, Mauthausen y el más terrible, sin menospreciar al resto, el complejo de Auswitch-Birkenau.

En 1939 y tras la guerra relámpago del ejército alemán sobre territorio Polaco, en la zona de La Silesia, las cárceles comenzaban a estar abarrotadas de presos políticos. Es así como surge la idea de crear campos de concentración para recluir a tal cantidad de presos.

Es en Abril de 1940 cuando se decide establecer el campo en el lugar que antiguamente ocupaban unas antiguas caballerizas del ejército que además disponían de algunas instalaciones “aptas” para recluir al contingente de presos que llegarían a aquel lugar de forma inminente.

El lugar escogido para tal fin se encontraba próximo a la ciudad de Cracovia. Perfectamente comunicado por una gran red de ferrocarril, lo suficientemente alejado de la población civil y con una basta extensión de terreno pantanoso a su alrededor hacían de aquel el lugar perfecto para las operaciones que poco tiempo después allí iban a realizarse.

El 14 de Junio de 1940, 728 presos políticos polacos llegaban a las puertas de Auswitch. Fueron los primeros y por desgracia no los últimos. En un principio estos presos se dedicaron a mejorar las infraestructuras existentes para los que después vendrían. Tras la operación Barbarroja comenzaron a llegar al campo los primeros presos soviéticos.

Con el paso del tiempo, y poco a poco, los prisioneros judíos comenzaron a llenar las instalaciones y la situación de estos reos en el campo empeoraba día a día. El hacinamiento era total y por ello los responsables de la SS comenzaron a pensar en la llamada “Solución final al problema judío”. En un principio se contó con la idea de deportar a todo aquel seguidor del judaísmo a la isla de Madagascar, pero esta opción fue abandonada por lo inviable de la solución. Fue entonces cuando se decidió aumentar la capacidad del campo progresivamente. Primeramente el campo II con una superficie de 175 hectáreas y el campo III, este último más cercano a las minas de carbón que suministraban este mineral tan necesario para el transcurso de la guerra.

Los presos de Auswitch se aferraban a la vida todo y que las condiciones eran pésimas. Trabajos forzados, una alimentación escasísima (1/2 litro de sucedáneo de café, 1 litro de sopa aguada y un trozo de pan negro con margarina) hacían que la estancia media en el campo no fuese superior a los 6 meses. El momento de pasar lista se convertía en un calvario para los presos que debían de permanecer horas de rodillas, en cuclillas o con los brazos en alto hasta que se completaba el listado, y todo esto después de una larga jornada de trabajos forzados.



No menos crueles eran los experimentos médicos que del doctor Josef Mengele (apodado El ángel de la muerte), que en lugar de procurar los cuidados necesarios a los presos enfermos, empleaba su tiempo en realizar brutales experimentos con niños, gemelos, enfermos, discapacitados físicos y psíquicos, mujeres y hombres. Algunas de aquellas pruebas consistían por ejemplo en inocular un veneno letal a una persona sana para comprobar cuanto tiempo era capaz de sobrevivir con esta sustancia en su interior. La principal finalidad que buscaba Mengele en sus estudios era el conseguir que las mujeres alemanas diesen a luz a gemelos de pura raza aria para aumentar de forma rápida la población. Es por ello que cuando llegaba un comboy con niños gemelos inmediatamente se los arrebataba a sus padres y los llevaba a su laboratorio para proceder a su estudio, ¿dónde si no podría tener la oportunidad de realizar estas investigaciones con dos personas que comparten el ADN y fallecen en el mismo instante?


Paralelamente, la industria química alemana realizaba investigaciones con un nuevo agente pesticida para los campos de cultivo y la depuración del agua de la tropa. Fruto de estas investigaciones nació un nuevo compuesto cuyo principal componente era el cianuro y que fue llamado Zyklon B.

El 3 de septiembre de 1941 se dio la orden para utilizar por primera vez este gas letal en Auswitch. Los “elegidos” para este fin fueron 600 prisioneros soviéticos y 298 enfermos del campo. El resultado fue positivo para las expectativas de los oficiales al mando, aunque cabe destacar que no se utilizó la suficiente cantidad de gas Zyklon B y horas después aún continuaban con vida numerosos presos.

Las cámaras de gas de Auswitch tenían unos 210 metros cuadrados y eran capaces de albergar en su interior a cerca de 2000 personas. La cantidad de gas Zyklon B necesaria para acabar con la vida de todos ellos era de unos 6 Kg. aproximadamente. Los presos eran conducidos totalmente engañados por los guardias pensando en que iban a ser desparasitados y limpiados. Los guardias de la SS les hacían desnudarse, doblar la ropa y recordar el lugar exacto en el que la dejaban para posteriormente y tras salir de las “duchas” supieran dónde encontrarla. Entraban en aquella estancia y tras ellos se cerraban herméticamente las puertas. A continuación y cayendo desde el techo entraba el fatídico gas en lugar de la tan ansiada agua. La operación duraba escasos 25 minutos y dependía de la cantidad de personas y de si estas se encontraban cerca (la muerte les llegaba en segundos) o más alejado del origen del gas. De cualquier forma no había salida. Una vez comprobada la inexistencia de vida en el interior, la cámara era ventilada y en ella entraba un grupo de presos elegidos los “Sonderkomando”, encargados de cortar el pelo utilizado por la industria textil, retirar anillos, collares, dientes y muelas de oro que luego eran fundidos y convertidos en lingotes para más tarde ser enviados al cuartel general de la SS. Finalizada esta operación, los cuerpos eran trasladados a los hornos crematorios. Se calcula que cuando el campo estuvo trabajando a pleno rendimiento estos hornos eran capaces de incinerar alrededor de 10.000 personas al día.

Aproximadamente el 75% de los presos que llegaban a Auswitch en los trenes de la muerte no superaban la selección inicial y eran enviados directamente a las cámaras de gas. Hombres y niños capacitados para trabajar eran apartados de madres, mujeres, ancianos y enfermos en la misma plataforma junto a los trenes conducidos a la muerte.

Auswitch “el campo de la muerte” fue abandonado por las tropas alemanazas el 18 de Enero de 1945 y liberado el 27 del mismo mes por las tropas del ejército ruso. Lo que estos allí se encontraron era indescriptible. Presos convertidos en auténticos esqueletos con vida de no más de 30 Kg. de peso con los ojos hundidos y la mirada perdida, pero contentos por ver el final de aquella pesadilla y haber conseguido sobrevivir. Muchos de ellos perecieron días después de la liberación a causa de las enfermedades que arrastraban pero todavía hoy en día algunos de ellos continúan con vida y con el valor suficiente de recordar lo allí ocurrido pese al intento de las tropas alemanas de borrar todo indicio de lo que allí sucedió. Las estimaciones de fallecidos aún hoy son confusas, pero nadie discute ya que fueron más de un millón y algunos incluso la elevan hasta los dos millones de personas en los hornos crematorios tras su paso por las cámaras de gas, en las horcas que se diseminaban por todo el campo, fusilados en los paredones o por los disparos efectuados por soldados de la SS sin escrúpulos. Para todos los que aún continúan entre nosotros y para el millón y medio de fallecidos en los campos de Auswitch-Birkenau quiero dedicar este espacio.